La formación coral que recibí en la Coral “San Ignacio” y posteriormente en el Orfeón Donostiarra me ayudó a descubrir el mundo de la dirección, tanto coral como orquestal. La experiencia de escuchar grandes voces e importantes orquestas despertó en mí una curiosidad inusitada por querer saber transmitir toda la música intrínseca de las partituras generales a través del gesto. En la Coral “San Ignacio” fui alternando el cantar con el dirigir hasta que la Coral “Aita Garayoa” compuesta por cantores adultos me dio la oportunidad de dirigir de manera regular. Lograr objetivos musicales de alta exigencia como pueden ser el “Gloria” de Vivaldi o la zarzuela “El Caserío” de Guridi fueron importantes logros para el tipo de agrupación que estaba dirigiendo. Lo que más aprendí de ellos fue la capacidad de liderazgo y psicología diversa que hay que emplear cuando un joven de 17 años está al mando de una coral de 40 componentes con una media de edad de 50 años. Una gran lección diaria, una interesante labor de unificar el criterio de cada cantor e intentar remar todos en la misma dirección.

El salto definitivo fue cuando conocí al maestro Enrique García Asensio en Musikene. Sus lecciones tácticas en torno a la técnica me ayudaron a reforzar la parte más débil de mis conocimientos de la dirección orquestal; la musicalidad estaba equilibrada pero necesitaba una pincelada de precisión que ayudara a transmitir la idea musical que tenía en mente a través del gesto y no exteriorizar únicamente con movimiento corporal, todo debía estar dicho desde el brazo. Agradezco mucho la sapiencia del maestro en ese terreno y pronto llegó el ansiado debut.

Gracias a la Asociación Lírica “Sasibill” de San Sebastián, debuté con la versión íntegra de la zarzuela “La Gran Vía” de Federico Chueca en el Teatro Victoria Eugenia de la ciudad. A partir de ahí llegaron más títulos de Zarzuela, todos ellos dirigidos desde el foso, iniciando una labor muy enriquecedora como es el del maestro concertante, balanceando entre la voz y los instrumentos orquestales. Cada ensayo ha supuesto una lección para seguir mejorando en este tan inverosímil mundo de la dirección musical.